Se dieron a conocer los nombres de las cien personalidades que recibirán el Premio Konex a lo más destacado de las Letras Argentinas en el período 2014-2023.

En esta 45º edición, que hace desde 1980, aparecen seis bahienses en cinco rubros diferentes:

Novela: Luis Sagasti

Poesía: Jorge Boccanera y Mario Ortíz

Ensayo Literario: Guillermo David

Literatura Infantil: Roberta Iannamico

Literatura Juvenil: Paula Bombara

“Me pone muy feliz recibir este premio junto a gente que de veras admiro. Le agradezco mucho la generosidad a un jurado notabilísimo. En tiempos tan oscuros como los que corren no deja de ser agua de rocío que te pongan al lado de los mejores de la década (cuando ocurren estas cosas, uno piensa en sus viejos, no?)”, reflexionó Sagasti a través de sus redes sociales.

Por su parte, desde el Instituto Cultural de Bahía destacaron que estas distinciones “representa también los talleres literarios de la ciudad, los festivales, las bibliotecas populares, estudiantes y profesores del departamento de humanidades de la UNS, editoriales independientes, centros culturales, ferias de libros usados, cientos de otros lectores y productores de poéticas y narrativas que potencian a Bahía Blanca como un punto central en la historia de la literatura Argentina”.

Eternos debates bahienses.

¿Jóldich u Oldích?

Si hablamos de la calle Holdich, lo único que podemos decir con seguridad es que no es una palabra del español.

Cuando importamos palabras de otros idiomas, es común que pasen por algún cambio en su escritura o pronunciación.

Con el nombre de esta calle, al igual que con O’higgins, están igual de extendidas las dos maneras de decirle: jóldich u oldích.

Pero este proceso también lo usamos con otras palabras en otros contextos, por ejemplo con same cuando lo pronunciamos same y con people cuando escribimos “pipol”.

Fuente: “Importaciones léxicas en español bonaerense: compromiso fónico y convencionalización puntual” –
Yolanda Hipperdinger (2016).

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La ONG Creer Sí y Universidad del Sur presentaron un informe estadístico sobre el padecimiento de abusos sexuales y otras experiencias traumáticas de estudiantes de la institución durante sus infancias y adolescencias.

El relevamiento incluyó a 534 estudiantes del primer año de Abogacía, Arquitectura, Licenciatura en Turismo, Bioquímica, Contador Público y las Ingenierías Química, Industrial, Agronómica y en Sistemas de Información. En todos los casos, se tomó el mismo porcentaje: 15 % de cada matrícula.

El diseño del cuestionario planteó un modo gradual de abordaje, consultando primero por hechos contextuales -como problemas económicos o violencia social- para pasar luego a interrogantes sobre hechos traumáticos puntuales.

Con ello, se consiguió que un alto porcentaje -el 92%- de los cuestionarios fueran completados en su totalidad.

De las personas encuestadas, casi el 85 % eran menores de 21 años al momento de responder, alrededor del 90 % no trabajaban y un porcentaje similar residía en Bahía Blanca.

La indagación por situaciones problemáticas de contexto arrojó que el 25,9 % debió colaborar con el mantenimiento del hogar, el 5,67 % padeció falta de alimentos y el 2,48 % refirió haber perdido su vivienda.

Un porcentaje menor, pero significativo por tratarse de estudiantes de educación superior, relató haber tenido que abandonar la escolaridad en algún momento de su trayecto: 0,76 %.

En relación a situaciones de maltrato, 24,3 % de las personas encuestadas marcó haber sufrido castigos, 15,6 % acusaron ser víctimas de abusos y 14,1 % refirieron negligencia, descuido o abandono:

• entre los castigos, es especialmente alto el registro de torturas (65,9 % de las respuestas) y cachetadas (59,5 %), siendo ambos ítems no excluyentes

• 81 de cada 100 personas que manifestaron haber sufrido abusos indicaron que se dieron en forma de manoseos, 41,8 % como propuestas sexuales, 10,1 % en coito y 8,9 % como sexo oral

• el descuido se dio en abandono afectivo (72,9 %) y negligencia en salud (32,9 %)

Cabe aclarar que el abuso no necesariamente implica contacto físico. En la infancia a la mera insinuación ya se la considera de esa forma.

Clelia Severini, miembro de Creer Sí dijo que “llamó la atención que el 62 % de quienes sufrieron estos abusos no pidieron ayuda por vergüenza o por temor, lo que nos habla de la necesidad de visibilizar este tema y comprometernos todas las instituciones de la sociedad, y especialmente las educativas”.

“Este es un paso muy importante que dio la universidad al colaborar para que podamos realizar este trabajo”, destacó.

El relevamiento también indagó en los sentimientos despertados por las situaciones vividas.

De ese modo, se registró que el abandono produjo enojo y angustia; en los castigos, a esos sentimientos se añade el miedo, reportado en el 45% de quienes los sufrieron; y entre las personas que padecieron abusos, la gama de sentimientos resultantes incluye a los anteriores y añade la vergüenza.

En relación al período de inicio de las situaciones reseñadas, el promedio se ubica en la edad de 10 a 12 años.

La excepción es el padecimiento de carencias materiales -alimentos, ropa o la misma vivienda- o castigos físicos, cuyo inicio tiende a ser más temprano.

En tanto que más de un tercio de los abusos referidos tuvieron como victimario a un familiar de la víctima, un 25,3 % a un conocido y un 27,8 % a un extraño.

Las respuestas recogidas se volcaron a una base de datos. En esa tarea trabajaron Valentina Viego y Juan Herlein, del Departamento de Economía de la UNS, a partir de una articulación facilitada por la Subsecretaría de Derechos Humanos de la institución.