“En esta ciudad no hay nada para hacer”. “A Bahía le falta movida cultural”. Esas son frases que suelen repetirse, que en general vienen desde hace años.

Hoy, el panorama es diferente y la actividad, especialmente durante los fines de semana, es muy amplia.

La semana pasada se hizo la 19º edición del festival Bahía Teatro y nos acercamos a las salas a preguntar qué opciones culturales había.

Como respuesta, recibimos que hay 34 salas de teatro independiente, espacios de acampe, 19 bibliotecas populares, 9 museos municipales, ferias, lugares verdes y múltiples actividades artísticas como canto, danzas, karaoke, etc.

Para varias personas, se trata más de ponerse a buscar y de darle mayor difusión a todo lo que sí hay para hacer.

 

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Este sábado se va a realizar en Bahía una nueva jornada de Residuos Peligrosos Domiciliarios.

De 10 a 15 horas en el playón de la Universidad Nacional del Sur, Av. Alem 1253, se podrán llevar para descartar los siguientes residuos:

– Envases vacíos de pintura, de solventes y de productos de limpieza

– Cartuchos de impresoras y tonners

– Baterías, pilas cilíndricas y botón

– Termómetros de mercurio

– Medicamentos vencidos

– Electrodomésticos, televisores, computadoras, monitores e impresoras

– Residuos línea blanca, heladeras, cocinas, termotanques, calefones

– Lámparas y tubos fluorescentes

El objetivo de esta iniciativa es dar un destino seguro a estos residuos evitando la contaminación del aire, el suelo y el agua, que puede producirse por su mala disposición.

Según advierte Greenpeace, la innovación tecnológica permitió que muchos dispositivos sean accesibles para un público masivo y de uso común en la vida cotidiana, pero también que sean cada vez más descartados.

Toda esta aparatología, cuando llega al final de su vida útil, se convierte en RAEE (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos) que contiene sustancias químicas tóxicas que deben ser tratadas de forma adecuada.

En el 2018 nuestro país llegó a ocupar el tercer puesto en la generación de desechos electrónicos con casi 500 kilotoneladas, según el reporte “Tecnología para la acción climática en América Latina” de la Asociación GSMA y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

La reconocida ONG ambientalista considera que los fabricantes de los aparatos son los responsables directos de la contaminación que producen, y que es imprescindible que las empresas que obtienen ganancias al venderlos, se encarguen de los equipos al final de su vida útil.

El Parque de Mayo es el principal espacio verde de Bahía. Es el que más gente reúne y el que en mejores condiciones está.

Después de la cuarentena se tomó la decisión de cerrarlo al tránsito casi en su totalidad y de modernizar los emprendimientos gastronómicos de su interior.

Ese proceso, más allá de algunas demoras, se concretó, pero el temporal de diciembre volvió a generar problemas.

Una de las partes más dañadas por la tormenta fue la laguna de los patos. Hay árboles aún caídos, ya no volvió a abrir la isla y dejaron de funcionar los históricos barquitos a pedal.

Ese paseo embarcado comenzó a principios del siglo 20 de la mano de un hombre de apellido Lavarelo, que vivía en un chalet sobre la orilla y tenía dos botes para alquilar: “El cisne” y “Schiuma de Mare”.

A mediados de la década del 30 el municipio le terminó dando de baja por considerarla una propuesta pobre para semejante lugar.

En el ’37 se levantó en ese mismo sitio una construcción más ambiciosa y su nuevo propietario volvió a ofrecer paseos por el agua, primero en barquitas y después en lancha para 22 personas.

Sin embargo, en los ’60 ese proyecto llegó a su fin y se mandó a demoler todo.

Con los años, el lago se volvió a concesionar y quedó en manos de un radiólogo del Hospital Municipal que había llegado de Grecia en 1958.

Se llama Panagiotis Legakis, más conocido como Tacki, quien antes de jubilarse encontró ese pasatiempo que mantuvo hasta hace muy pocos años y en el cual plantó bandera literalmente, porque en el medio del agua había un mástil con el estandarte de su país.

Sus botecitos de hierro a pedal, o hidropedales, fueron el plan de chicos, adolescentes y familias, y durante años, la principal atracción del parque. Y él, parado al lado con su ganchito, presencia infaltable de sábados, domingos y feriados.

El recorrido del circuito se hacía en unos 20 minutos, pero dependía de las ganas de los tripulantes. Estaban quienes competían, algunos se desviaban hacia la orilla y otros trataban de colgarse del puente.

Pero el tiempo fue pasando, el servicio no se aggiornó y en el final se vio venir. Hasta el año pasado estuvo en manos de Pablo, y en el 2024 ya no volvió a abrir.

El municipio tiene intenciones de darlo a concesión. ¿Habrá interesados?

Wips con información y fotos de La Nueva, Fotos Antiguas de Bahía Blanca y la Zona, parquedemayo.com.ar