Uno de los principales indicadores de la situación epidemiológica es la ocupación de camas en el sistema hospitalario. A diario, las autoridades monitorean su evolución para luego tomar decisiones.

Sin embargo, una cama no es solamente una tabla o conjunto de fierros con cuatro patas y un colchón, sino toda una estructura montada a su alrededor, de altísimos costos y que requiere tecnología, insumos y recurso humano.

En ocasiones, desde el desconocimiento, se hacen consideraciones sobre la cantidad de espacio que puede absorber la ciudad, sin tener en cuenta los factores antes mencionados.

Adolfo Quispe Laime (M.P 1710) es el jefe de la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Municipal, quien detalló a Wips de qué se trata el concepto de “cama vestida”, que implica de todo un entorno que requiere de una complejidad edilicia y en aparatología.

“Una cama ortopédica como las que tenemos acá en cuidados críticos, que no son automatizadas, demandan en primer lugar más trabajo del recurso humano”, aclaró el médico.

Para que funcione, se necesitan de fuentes de alimentación, eléctrica y de gases, como oxígeno y aire comprimido; soporte de ventilación mecánica (respirador) y monitoreo multiparamétrico, con el cual se pueden vigilar las funciones vitales de un paciente de manera simultánea”.

También requiere de una mesa para alimentación y de sistema antiescaras, ya que “habitualmente los internados están dormidos o sedados”.

El espacio físico es otro tema a tener en cuenta. Quispe Laime consideró que sería ideal tener habitáculos individuales para poder “manejar la seguridad del paciente”, sobre todo cuando requiere de aislamiento infectológico.

En ese aspecto, contó que en Bahía “hay pocas terapias que tienen sus espacios de camas separadas físicamente en habitaciones” y que de hecho en el Municipal, sólo hay 3, y “el resto son compartidas, separadas por cortinados y mamparas”.

A todo eso, hay que sumarle el recurso humano, “lo más crítico” de la cadena. Se necesita un “enfermero cada 2 pacientes, y un médico que podría asistir a 6”. Además, servicio de mucama e higiene y “un mantenimiento presencial para los que dispositivos funcionen, porque los equipos son utilizados por horas, se van desgastando y hay que vigiarlos”.

“Cuando se habla de abrir una cama no es ubicarla y listo, sino toda una complejidad para poder dar la asistencia. Y en una situación de crisis como la actual, es necesario contar con los recursos y condiciones, porque de no hacerlo, no se puede garantizar una tarea adecuada. Por eso, no siempre se puede aunque se quiera. Los costos son muy grandes, se calcula que montar una cama completa se necesita aproximadamente de millón de dólares”, alertó.

Por último, para el jefe de Terapia Intensiva del Municipal, la oferta de camas UTI en Bahía y en condiciones normales, es “adecuada y sobrada”.